ALEJANDRO
Es cariñoso y araña poco.
Es un animal felino, grande y peludo.
Se llama Chupete.
El gato come sardinas.
Es muy bonito y muy bueno para bañarse.
Su dueño se llama Alejandro, que soy yo.
Jugamos mucho juntos con un ovillo de lana. Cuando el ovillo rueda mi gato da saltos.
Se le escapa y corre detrás de él.
Cuando se cansa se pone a dormir.
Duerme en una canasta de mimbre.
Yo le pongo una manta para que no pase frío y cuando despierta lo llevo a pasear.
Por el camino un día nos encontramos con otro gato. Entonces se acercó porque quería ser su amigo y jugar con él.
Era un gato callejero que estaba sucio.
Tenía el pelo de color canela y blanco.
Se veía solitario y triste porque no tenía dueño ni hogar.
Chupete se acerca, lo lame con cariño y comienzan a jugar.
¡Qué suerte tenía Chupete de tener un amigo como yo!
El gato callejero se sintió contento de tener un amigo nuevo.
Chupete y yo nos llevamos a nuestro nuevo amigo a casa.
Le pregunté a mi madre que si podíamos quedárnoslo y ella dijo que sí encantada porque también le gustan mucho los animales.
Me ayudó a lavarlo y le dimos de comer porque tenía mucha hambre.
¡Qué guapo estaba! Su precioso pelo canela y blanco brillaba mucho y sus ojos todavía más.
Creo que lo llamaré Canelo.
Muchas tardes cuando vuelvo del colegio juego un rato con mis gatos.
Cuando veo a Chupete y a Canelo juntos me siento el niño más feliz del mundo.
Alejandro hizo en la escuela un dibujo de los gatos cuando estaban estudiando los animales en Conocimiento del Medio.
Cuando la maestra vio el dibujo le dijo a Alejandro:
- Muy bien Alejandro, te felicito. Te pondré un sobresaliente en plástica y ahora vas a hacer un dibujo de La Navidad.
- Muchas gracias maestra, ¿el dibujo de Navidad puedo hacerlo con acuarelas?
- Sí, y con ese dibujo puedes felicitar a tu amigo Pablo o mandárselo a los Reyes Magos.
- ¿Puedo mandárselo a los dos?
- De acuerdo. Pero entonces tendrás que hacer dos dibujos.
- Gracias maestra, te quiero mucho.
Alejandro escribió la carta a los Reyes Magos. En ella pedía juguetes para sus gatos y un solo juguete para él. Cuando los Reyes leyeron la carta pensaron que Alejandro era un niño bueno que cuidaba mucho a los animales y además era generoso porque pedía más para los demás que para él.
Los Reyes preguntaron a la maestra de Alejandro si en el colegio también era bueno y trabajador. Ella le dijo que sí.
Entonces los Reyes trajeron para Alejandro muchos regalos como premio por su comportamiento.
Con tantos regalos Alejandro y sus gatos tuvieron una Navidad feliz.
Llegó la Primavera. Chupete y Canelo estaban tomando el sol en el escalón de su casa. Pasó por allí una gatita linda de color blanco. Canelo se quedó prendado, se enamoró y se fue detrás de ella. Cuando Alejandro volvió del colegio se encontró a Chupete solo. Fueron a buscar a Canelo pero no lo encontraron. Se quedaron muy tristes.
Pasó el tiempo y un día que Alejandro regresaba del parque de jugar con sus amigos vio a Canelo, la gatita blanca y cuatro pequeños gatitos en la puerta de su casa. ¡Qué alegría! Alejandro y Chupete tenían más amigos.
Alejandro pensaba ¿Mamá me dejará tener tantos gatos en casa?
Y mamá no quiso.
Alejandro se puso a llorar.
Mamá que siempre tiene solución para todo dijo:
- Alejandro ¡Ya sé! Podemos regalarlos a nuestra vecina que está sola y necesita compañía.
-¡Bravo, mamá! Te quiero mucho.
Y le dio un beso.
Mamá regaló a Canelo, la gatita blanca y los cuatro gatitos a nuestra vecina y nosotros nos quedamos con Chupete. Desde entonces podemos verlos siempre que queremos. Los gatitos pequeños están creciendo y son muy graciosos y juguetones. Me encanta verlos crecer.
Las vacaciones de verano terminaron y Alejandro volvió al colegio.
Por las tardes los tres amigos se van de paseo al parque después de que Alejandro haya terminado sus tareas de clase.
Una tarde cuando iban paseando cerca del estanque del parque escucharon un fuerte maullido. Buscaron y encontraron tumbada a una gatita color ceniza con una pata rota. Estaba muy dolorida y triste detrás de un contenedor de basura.
Alejandro al verla tan dolorida y triste decide cogerla y llevarla a casa para que su mamá la lleve al veterinario ya que la gatita de color ceniza seguía maullando por el dolor.
La mamá de Alejandro llevó a la gatita al médico para que la curase.
El veterinario le puso una inyección para calmarle el dolor, le vendó la patita y dijo que debería estar un mes con la patita vendada.
Alejandro pidió a su mamá quedarse con la gatita durante ese mes para cuidarla y cuando la gatita se encontrara bien decidir si se quedaban con ella o le buscaban un nuevo hogar.
Al final Alejandro se quedó con la gatita.
Llegó su cumpleaños y lo celebró en el campo para poder jugar con sus animales.
Sus amigos y él jugaron a pilla-pilla y al escondite.
Luego bebieron zumo y comieron tarta.
Por la noche se fueron en coche hasta su casa.
Entonces Alejandro dijo:
- Me lo he pasado muy bien. La gatita ha sido un regalo perfecto y maravilloso. Gracias mamá.
Alejandro se fue pronto a la cama porque estaba muy cansado.
Mientras se dormía pensó que la gatita no tenía nombre.
Se levantó de la cama y llegó al salón donde estaba su madre.
Entre los dos decidieron ponerle de nombre Lisa.
Así se durmió feliz.
Cuando Alejandro despertó a la mañana siguiente echó de comer a Chupete y a Lisa.
Era sábado y se fueron de camping a la montaña.
Montaron la tienda de campaña y se puso a llover.
Se oían truenos y se veían unos relámpagos que daban mucho miedo.
Cuando pasó la tormenta fueron hasta un lago a bañarse.
Después se pusieron a jugar, comieron y por último se acostaron.
Entonces un lobo pasó por allí...
El lobo iba corriendo buscando a sus cachorros que se habían perdido con la tormenta.
Como no los encontraba aullaba para llamarlos.
Alejandro se despertó asustado y llamó a sus padres. Los gatos se metieron en un rincón de la tienda muertos de miedo.
Entonces Alejandro y sus padres vieron que el lobo no era malo y decidieron ayudarle.
Como era de noche cogieron una linterna para ver por la montaña.
Chupete y Lisa iban detrás de Alejandro para ayudar a buscar a los cachorros.
Y amaneció...
Era el día de Andalucía y Alejandro se apuntó a un concurso de mascotas que había hecho el Ayuntamiento.
Chupete ganó el concurso. Le dieron una copa y un diploma.
Alejandro se puso muy contento.
Se fueron a la casa y pusieron la copa en el armario.
Alejandro le dijo a su madre que se lo había pasado muy bien y que quería pasar otro día así de bueno.
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